Lo importante es pequeño. Nuestra actitud, un segundo.
Y los días que pasan, no son más que un sueño.
Vives en tu mundo. Y te mienten porque dejas.
Ni réplicas, ni quejas,
siguen vacíos.


lunes, 19 de diciembre de 2011

Sin, siento

Sin ver. Miro sin ver.
Sin mirar. Veo sin mirar.
Sin oir. Escucho sin oír. 
Sin escuchar. Oigo sin escuchar.

Sin sentir. Siento sin sentir.
Sentir. Siento sin sentir.
Sin,
siento.

miércoles, 24 de agosto de 2011

La Otra

Más pequeña y más débil. Y me has dejado sin palabras. No es para nada algo bueno. Quiero decir, que me has dejado muda. No puedo hablar más de lo que ya dije, porque sé que no diré nada mejor. Al menos después de leer lo que hiciste. Tu obra, tu relato, tu cortometraje.
Me dijiste que tuviese cuidado. Tú no eras tu obra. Pero tu obra sí que eras tú. Algo difícil, no tanto de comprender pero sí de querer asimilar. Porque por querer, sabías y sabes que iba a querer lo otro. Eso Otro. Y ahora, me enfrento a un perverso polimorfo. Sin sentidos, sin cuerpo; pero con el conocimiento y la mente de un erudito. Y yo me siento pequeña, y más débil, y más manejable. Pero no es para nada algo malo. Tan sólo, que se aclara y me afirmo qué es lo que soy para ti. 
Una amiga
Una amante
Una muñeca, una marioneta, un juego, una película. 
Soy esa película que te gustó. No soy Anie Hall. Soy esa Otra. 

-Que te vaya bien, nos llamamos. Recuerda que me debes un libro. 

Qué más dará mientras te vea. Fuera romanticismos. Tú. Amigo, amante y juego. 

sábado, 20 de agosto de 2011

Cigarro se llama y lo llamo

Nos sentimos más seguras cuando conocemos las cosas. Y sobre todo, cuando les ponemos un nombre. Cuando conocemos una cosa, la asociamos a su nombre. Todas y todos tenemos una mesa en nuestras casas. Y cuando vamos a otras casas, aunque las mesas sean distintas, sabemos que es una mesa. Todas y todos tenemos un trabajo, unas obligaciones. Y también, aunque sean distintas y más variadas, sabemos definirlas y explicarlas. Y sobre todo, quejarnos muchas veces de ellas. Pero cuando hablamos de otras cosas, más personales, más cercanas o más humanas, nos cuesta más definir o consensuar cuál debe de ser su nombre. Me gusta la música, pero no la misma que a todas las personas. Me gustan los hombres. Pero mis hombres no gustan a todas las personas. Y no sólo físicamente, sino también de carácter. Porque me gustan hombres difíciles, y tengo cierta facilidad para escoger los más complicados. Para mi, los más atractivos. ¿Será que quiero enfrentarme a lo que cuesta definir? Pero también, cuando escuchamos en los telediarios, el número de muertos "colaterales", se habla de mercado, cuando es especulación; cuando se habla de ayuda humanitaria, cuando no son más que migajas que éste "primer mundo" se atreve o se digna a soltar; las cosas son más complicadas. 
Soy una mujer muy materialista. No creo en nada más de lo físico. Todo lo que creo que concierne a mi vida, y a los demás, aunque sé que no tengo el derecho de opinar ni de ellas, ni de ellos; es puramente físico. Depende el sitio en el que nos encontramos. Una ciudad, una habitación. Solas y solos, o en compañía. Con muebles, o sin ellos. Con cubiertos o en el sofá. Con música (buena música) o sin ella. Por lo que además, tengo también una extraña obsesión con las palabras. Cada palabra con la que explico, esconde múltiples sensaciones. Sensaciones y recuerdos que ahora increíblemente puedo decir. Y me parece muy importante cómo se utilizan ésas palabras. El momento, el lugar y la persona. Y es que a veces, es mejor guardarse las palabras, o al menos, no abusar de ellas. Y dejar, no pasar el momento, sino esperarlo. Esperarlo a cuando sepamos cómo actuar. 
De esta manera, yo soy la primera persona que a cada cosa, le quiero dar una palabra. A la mesa, la llamaré mesa. A la silla, la llamaré silla. Pero trato de recordar, que no se puede hacer eso con todo. Ni siempre. Las relaciones que tengo, no sé cómo llamarlas. Los amigos que tengo tampoco. Y no porque no sean mis amigos, sino porque en muchas ocasiones, yo no me comporto como una buena amiga. Y a las sensaciones extrañas que me hacen feliz, mucho menos. Son momentos, tan pequeños, tan efímeros. No pueden tener nombre, ellos tampoco. Tan sólo pueden tener, éso mismo. Ése mismo misterio que los hace tan deseables. Y los recuerdas una y otra vez, hasta que llega un momento que los tergiversas. Pero como un cigarro, desaparecen. 



Saco el cigarro de la caja. Lo cojo, lo miro, le doy vueltas y lo golpeo. Normalmente lo suelo hacer contra el reloj, así lo controlo. Me lo meto en la boca, y lo sostengo con mis labios. Cojo el mechero, que suelo llevar en el bolsillo. Escondo el cigarro entre mis manos y lo enciendo. Exhalo. Me entra el humo. Y me viene la sensación. Comienza en la garganta, y poco a poco en mi cuerpo. Y sale fuera. Comienza a recorrerme la sensación por todo el cuerpo. Se me erizan los pelos del brazo y me abrazo. Me abrazo a mi misma, mientras expulso el humo. Miro el cigarro, satisfecha. Vuelvo a fumar, vuelvo a exhalar, y vuelve la sensación. Me toco la nuca, me toco el pelo recogido en un moño. Suelto el humo y lo miro. Veo como se va. Ese humo que ha estado en mis pulmones y me ha llegado por todo el cuerpo. Suelto ceniza. Veo cómo avanza el cigarro. Vuelvo a fumar. Salta el salvapantallas, se queda negro. Y me veo, me veo reflejada en el portátil. Suelto ceniza y vuelvo a fumar. Me gusta verme fumar. Me gusta ver cómo se enciende el cigarro. Ésta vez aguanto más, y vuelve de nuevo el humo. Suelto. Tiro ceniza. Me queda poco. Juego con el cigarro en mi mano. Lo miro, le doy media vuelta. Vuelve a mis labios. Primero como un caramelo. Mirándome en la pantalla negra. Vuelvo a exhalar, y vuelvo a ver ese fuego del cigarro. Suelto el humo. Suelto ceniza. Me queda poco. Me sigo abrazando. La nuca, los brazos, las manos. No me queda nada. La sensación va desapareciendo. La noto, pero estoy contenta. Exhalo, expulso. Miro el humo. Fumo. Exhalo y expulso. Suelto ceniza. Sólo me queda uno. Miro las cenizas en el cenicero. Es hora de terminar. Un poco más pienso. Uno más sería perfecto. Uno más doy. Exhalo y expulso. Y me quedo con ese sabor amargo del cigarro, que también tanto me gusta. Amargo. Amargo y sincero. Se ha terminado, y me lo dice él mismo. Se terminó.

viernes, 19 de agosto de 2011

Vendetta

- Es la hora, tengo que marcharme. 
- Eso lo has decidido tú, todavía estás a tiempo de quedarte. 
- Aquí ya no me queda nada, necesito algo nuevo. 
- Estoy yo. 



- ¿No dices nada?
- No sé que quieres que te diga. 
- Quiero que me digas algo. No sé. Quédate. ¿Por qué no te quedas por mi?
- ¿No ves que no puedo hacer eso?
- Porque me arrepentiría toda la vida. No puedo desaprovechar esta oportunidad. 
- Podemos perder lo nuestro. ¿Eso no te importa?
- Manuel, eres un egoísta. 
- Tú sí que eres una egoísta Carlota. Una egoísta y una cínica. ¿No te ves?
- No veo nada de lo que me avergüence. Creía que lo entendías. 
- Y yo creía que te gustaba. Claro, claro. 
- No voy a seguir con esta conversación. Si no lo comprendes. Si no te alegras de que me vaya, será que no eres tú el que me quiere. 
- Claro que no te quiero, puta zorra. Lo que no quiero es que te vayas. ¿Acaso no entiendes eso? 
- Estás loco. 
- Claro que estoy loco. Tú me has vuelto loco. Siempre hemos hecho lo que has querido. Lo que has querido. Y ahora que ya no puedo darte nada más, te vas. 
- ¿De verdad crees eso, tan sólo busco eso? 
- Por supuesto, pero si tú también lo sabes. Ahora buscas otra afición, otro atractivo. Pues no lo vas a encontrar. Te lo digo yo, y te lo dirán todos los que vengan. Que eres una zorra, que nunca has querido a nadie, ni querrás nunca. 
- Pero disfruto. 
- Claro que disfrutas. Jodiendo a los demás. 
- ¿Eso he hecho tan sólo?
- ¿Me estás tomando el pelo? ¿Crees que soy gilipollas? 
- Acabas de decir que disfruto jodiendo a los demás. 
- Por supuesto. Eso es lo que haces. 
- No entiendo como dices eso. No lo entiendo. 
- Yo sí que no te entiendo a ti. 
- ¿Pues sabes qué? Que igual tienes razón. Igual soy así. Así de egoísta, de cínica, de hipócrita y de egocéntrica. Pero te enamoraste de mi, ¿verdad? Al principio no, pero después. Después fue cuando te volví loco.
- Cállate. 
- Y no sólo no te enamoraste de mi, sino que sigues enamorado. 
- Cállate Carlota. 
- Estás colado hasta las entrañas. Ahora mismo te gustaría poseerme. A esta sucia y asquerosa cerda. ¿Verdad? ¿A qué te gustaría? Reventarme contra la pared. Llevarme a los baños de la estación, como simples adolescentes, y estamparme contra la pared. Y follarme contra ella pero tapándome la boca porque yo no dejaría de gritar como la loca y asquerosa que soy. Y yo gritaría más, más, más, más, fóllame más duro. Y te mordiese la mano hasta que sangrases. Y luego me abofetearías, y me darías por culo. Pegándome mientras me estrujaras las tetas. Hasta que gritase de tanto placer y de tanto dolor que me saliesen lágrimas. Lágrimas que luego secarías con tu polla mientras me agarrarías por la cabeza para que te la comiese. Y así seguirías. Meneandome la cabeza y machacándote la polla hasta que te corrieses y me tragase todo tu semen. Todo tu esperma hasta que vieses que me ahogaba. Y después de todo eso, aún tampoco me dejarías salir del baño hasta que tuvieses la certeza de que el tren ya había salido. Y yo me quedase tirada en el baño, arrepintiéndome de lo que había hecho. Y tú mirándome con lascivia. Sonriendo por tu doble triunfo. El de haberme conseguido, por follarme y por haber hecho que me quedase. Y todavía te estarías tocando la polla, mientras yo llorase en el suelo, pensando si volver a follarme allí mismo o convencerte para llevarme a tu casa. Para consolarme, dirías. Para consolarte de nuevo. Toda la rabia que tienes. Para que te la volviese a comer y a chupar, y para que me volvieses a follar. Y yo no me sintiese mujer, sino una sucia perra. Pues eso soy Manuel. Tan sólo soy una sucia perra, pero la que tú me has convertido. 

Manuel se quedó mirando a Carlota. Y ésta, se fue alejando poco a poco de él. Le había estado hablando muy cerca. Cada vez se había acercado más, hasta hablarle al oído. Y allí, en mitad de la estación, le había estado tocando. Frotando su mano contra sus vaqueros, sintiéndo como cada vez se ponía más dura, mientras ella continuaba hablando excitada y rabiosa. Pero ahora se estaba alejando poco a poco, hasta que alcanzó a coger de nuevo su maleta y volvieron a estar cara a cara. 

- Eso ya pasó una vez Manuel. Ahora me marchó para siempre. 

Se dio la vuelta y se dirigió para la taquilla. Y no esperó ningún otro tren. Cogió el primero que encontró. Y Manuel se quedó sólo en la estación y excitado, mirando como su perra se había escapado. Se fue al baño a masturbarse, al mismo baño donde la había poseído. Pero ese día, el que lloraba era él. 

jueves, 18 de agosto de 2011

Tuya

Será. Cuando hablo contigo tengo ganas de escribir. Pero creo que son ganas por una cierta envidia que te tengo. Envidia cuando me cuentas el entusiasmo que pones, envidia cuando te salen aquellas palabras que yo consigo sacar. Y son celos los que te tengo, porque eres capaz de expresarte y yo no.
Ya son las doce, y estoy a tan sólo unas horas de verte. Llevo unos días muy débil, pero ahora mismo estoy mareada. También será que estoy nerviosa, porque después de tanto tiempo nos volvemos a encontrar. Y me volveré a encontrar con esos celos que tanto odio que volverán a ser motivo de discusión. Pero esta vez, a diferencia de las anteriores, aprovecharé a contártelo. Que no eres más que un juego, un simple pasatiempo de media tarde y de media noche, y de pronto mañana cuando no discutimos. Un hombre de tan sólo un rato. De unas palabras, unas caricias y un hasta luego. Ya nos veremos. Y que son esos celos que te tengo, tu único atractivo.
Las doce y media, y me voy de casa. La noche está oscura, y te imagino en la parada desorientado, como tantas veces. Qué risa. Me haces gracia, pienso. ¿Cómo te puedo tener tantos celos? Y camino preguntándome cómo es que sigo quedando contigo. No eres capaz de ofrecerme nada nuevo. No eres ni guapo, ni alto, ni fuerte, ni follas bien, ni ganas dinero, ni tienes hermanos ni hermanas; ni viajas, ni te relacionas. Tan sólo lees y escribes. Idiota, pienso. Y me repito. Idiota, que desaprovechas tu vida. Idiota, idiota.
No te soporto. Te veo y no te soporto. No necesito alguien así, me digo a mi misma. Pero ya es tarde, me has visto. Me doy la vuelta y empiezo a correr. No quiero verte. Te detesto. Tengo que alejarme. No puedo verte. Pero te escucho. Te escucho correr detrás de mi, y durante un largo rato me sigues gritando mi nombre. Me gritas pero yo estoy sorda. Porque no te quiero escuchar, ni ver, ni sentir. No puedo hacerlo. Empiezo a gritar yo también, pero sigo corriendo. No quiero escucharte y te ignoro y no paro, no paro, no paro, no paro, no paro, no paro, hasta que no puedo más. Y me detengo. Ya he dejado de gritar y tan sólo escucho. El corazón está a punto de estallarme, mi cuerpo no aguanta las pulsaciones. Creo caerme. Me da vueltas la cabeza. Tendría que haberme tomado las pastillas. No tendría que haber salido corriendo. Ahora te busco. Intento tranquilizarme y escuchar, pero ya no oigo nada. Has desaparecido. Y yo estoy sola y desorientada, como tantas veces. Como esta noche.
Dos de la mañana. Te encuentro en mi portal. Y cuando te veo, me quedo petrificada. Todavía me encuentro mal, y vuelvo a sudar. Pero ahora sudo de miedo, de espanto. Ya no puedo correr, estás aquí. Me tienes, me tocas, me estás abrazando. Me estás abrazando. No me abraces. No me abraces. Y comienzo a llorar.
Silencio.
Al final, me acabo separando. Y te miro. Tan guapo, tan alto, tan fuerte. No te soporto. Te lo cuento. Y en mitad de la calle te digo llorando que no quiero volver a verte porque no lo soporto. Porque no soporto tu facilidad para escribir. Porque me gusta tanto. Porque aquellas noches que nos quedábamos los dos hasta la madrugada, habían sido los minutos y los segundos más bonitos de mi vida. Y no soporto la idea de que no pueda hacerlo con ninguna persona más. Porque nunca he conocido un hombre que me haya hecho sentirme tan especial. Y no quiero depender de nadie, porque quiero sentirme especial conmigo y por mi misma. Entonces me besas. Y ese odio, y esos celos, motivo de discusión, vuelven a ser motivo de deseo. Subimos a mi casa y follamos. Igual de bien que siempre lo hacemos. Pero ésta vez, no me despido con un buenas noches, sino con un hasta siempre, un hasta luego. La próxima vez, no me persigas.
No volviste a aparecer. A la mañana siguiente, me desperté y ya no estabas. Esperé un par de días, y cuando quise llamarte no me lo cogiste. Debí de imaginármelo. Idiota, me digo. Idiota, idiota, idiota, me repito. Siempre igual. Siempre se repite y nunca nada es efímero. Siempre queda.
Tiempo.
Ésta mañana, me han entregado un paquete. No tenía remitente, pero confiaba saber de quién era. Un libro. Aparecía tu nombre. Y una dedicatoria. El mío. Y una hora. Ésta. Son las doce y media de la noche. Llegas tarde, pero yo espero en la estación. Desorientada, pero como tantas veces. Pero ésta vez no quiero escapar. No puedo, y lo acepto. Al menos, ésta noche y en este momento, soy tuya.

miércoles, 10 de agosto de 2011

Bastante

Es extraño. Pensar que fue casi ayer cuando escribía para alguien, y tener la certeza ahora en cambio, que tan sólo vuelven a ser sentimientos y expresiones individualistas y muy poco centradas.
Pero...
Temor y cansancio, esta noche quedaros conmigo. Tengo miedo y no quiero dormir sola.

lunes, 1 de agosto de 2011

Tú no, pero yo tampoco.

Trato de hacerlo, pero no lo consigo. Trato de escribir cuando en las peores situaciones me encuentro, pero debe de ser que todavía soy demasiado cobarde como para enfrentarme a mi misma. Y no tan sólo a mis peores miedos, sino a lo que son también mis realidades.

No puedo prometer, y nunca jurar de que vaya ser alguna vez fiel. Fiel a mis deseos, a mis aspiraciones y ambiciones. A aquellos fracasos que cometo, pero no llego a recordar. A aquellos resquicios que olvido...
Ni tú lo entiendes, ni yo lo entiendo.


¿Hay alguien allí?

sábado, 2 de abril de 2011

Aparición

Extraño como apareces para una persona y desapareces para otra.
así, sin casi darte cuenta,
un soplo
y se fue.

-¿y tú cómo te llamas?
-Cordura.
-Un bonito nombre.
-No creas. 
-¿No te gusta?
-No mucho.

jueves, 31 de marzo de 2011

Y me fui

-Diego...
-Que.
-Me gustaría que me contases qué es la amistad.
-¿Cómo?
-¿Qué significa para ti?
-¿Y esa pregunta?
-He estado pensando.
-¿Y por qué?
-No sé, he pensado, sin más. No lo he decidido. 
-¿Te ha pasado algo?
-No, que va.
-Algo te ha tenido que pasar para que pienses eso. ¿Has discutido con Carlota?
-No. 
-¿Qué te pasa?
-Nada. 
-No te entiendo.
-¿Acaso necesito que me pase algo para que pueda pensar?
-No, no es necesario. Pero me extraña que lo hagas.
-¿Que piense?
-Que pienses así y ahora.
-¿Ahora? ¿En qué momento?
-En este.
-¿Y por qué?
-Porque no estamos como para pensar en tonterías.
-¿Tonterías?
-Ya me entiendes joder.
-No, no te entiendo. ¿Así que lo que tú piensas es importante y lo que yo pienso no lo es?
-No, no es eso. 
-Entonces explícamelo de nuevo porque debes de ser demasiado listo para mi porque no te entiendo. 
-No te pongas así.
-No me estoy poniendo de ninguna manera. 
-Eres una infantil.
-¿Infantil? Vete a tomar por culo. 
-Venga...
-Pero, ¿de qué me vas?
-¿Qué?
-Últimamente no haces otra cosa que meterte conmigo. Que decirme lo que tengo que hacer, lo que no. Lo que hago bien, y lo que hago mal. Estoy harta. ¿Por qué no te preocupas por ti mismo?
-Porque no soy tan egoísta como tú.
-¿Que yo soy egoísta? 
-No haces otra cosa que pensar en ti, pensando en gilipolleces cuando tendríamos que estar centrados y luchando juntos. Nos están dando de hostias por todas partes y tú sigues en Babia. Con pájaros en la cabeza, que así es como eres. Todavía una niña. 
-¿Y por qué? ¿Porque todavía me permito el lujo de tener algunos momentos exclusivos para mi? Lo que te pasa es que tienes envidia...
-¿Qué te tengo envidia?
-Envidia porque todavía puedo pensar por mi misma, y no como tú que estás alienado y manipulado. 
-Eres una desgraciada. No te tengo ninguna envidia. De hecho, me das hasta pena. 
-¿Y eso por qué? 
-Porque eres una infeliz. No haces otra cosa que quejarte, que pensar en lo que no tendrías, que desaprovechar las oportunidades que te brindan. No haces otra cosa que equivocarte, y nunca reaccionas. Vas a tu puta bola. 
-Puede que sea una infeliz, pero prefiero ser una infeliz que un feliz ignorante como lo eres tú. Porque sé muy bien quién soy. Sé el daño que he hecho, el daño que hago y el que puedo hacer. Soy consciente de todos mis errores, y si me sigo equivocando es porque sigo siendo humana. Y prefiero ser como soy, que hacer como tú, y con tu vida, que no haces otra cosa que dejar que los demás te amolden y tú te dejas amueblar por comodidad. 
-Ojo con lo que dices Cristina. 
-No digo más que la verdad. No voy a mi puta bola porque siempre intento aprender de los demás. Quería saber qué era lo que pensabas sobre la amistad y quería escucharte. Y tú me has ignorado y has presupuesto que lo que tú pensabas era más importante. Pues bien. Quédate con tu mierda, con tu universo amueblado y estático, que yo me buscaré las inquietudes por otra parte y las respuestas en otro lugar. 

martes, 29 de marzo de 2011

Salamanca




Buena ciudad, para amistades, para estudiar, para viajar, para ver, para pasear. 
Tiene una magia que se necesita, que anhelo, que espero, que quiero ver, o que se me escapa. 
¿Dónde estás?
¿Dónde estás pequeño duende que me diga que no me preocupe?

Hoy hemos hablado del determinismo
y lo odio. 
Salamanca, parecía que tú te escapabas de él. 

jueves, 24 de marzo de 2011

Regreso

Bastante triste me parece volver de esta manera,
pero no pensaba que iba a ser tanto tiempo,
no pensaba que te marcharías.
No pensaba que me quedaría sin una ayuda.
No pensaba que me iba a quedar sin ilusión.
Pero así fue y fue mi condena, una condena de muchos días
que no he sufrido hasta hoy.
Hasta hoy que me dí cuenta de lo que había perdido,
hasta hoy que no fui capaz de hacer frente a lo que tenía.
Valiente, valiente cobarde, mancha fúnebre,
que de mi cuerpo se alimenta
y me consume.

Pero si he regresado ahora es para quedarme.
Ya perdí una vez,
y aún volveré a perder una más.
Pero a diferencia, pasado, consciencia,
me nutro de rabia y desconcierto.
Si he vuelto es para quedarme.
Hola de nuevo.

miércoles, 2 de marzo de 2011

Fracasada

Tengo que pedir disculpas, porque como ya se habrá notado, he dejado esto un poco abandonado. Pero ahora mismo estoy un poco desubicada, pero concluiré, lo prometo. Sé que no tendría que estar dando ninguna explicación, pero es parte de mi existencia hacer esto. Y es que cuando tengo un problema lo extrapolo a todos los ámbitos de mi vida. Lo sé, tengo que arreglarlo.
Así me quedo mucho más tranquila.
Volveré.

miércoles, 23 de febrero de 2011

Desvaríos incompletos - IV

Permanecemos en una ensoñación adolescente que nos adormece de la realidad. Pero nunca sabemos hasta qué punto podemos llegar a despertar. Creemos que somos libres, pero parece que no perseguimos ninguna libertad. La generación perdida nos llaman, y en parte es verdad. Pero también son ellos, todos y cada uno de ellos que nos acusan de sus errores.
Yo no quiero ser así, necesito encontrarme. Necesito encontrarme contigo y con él. No puedo permanecer aislada, no puedo, ni quiero. Pero, ¿estaré dispuesta a renunciar por ello? ¿Cuánto se ha de perder, cuánto se ha de dejar escapar para ser consciente?
Abrir los ojos, recordar, pensar, y actuar. ¿Te vienes conmigo?



VI Jornadas Educación y Exclusión Social.

martes, 22 de febrero de 2011

Desvaríos incompletos - III, pero algo distintos.

La juventud sí lucha.
La juventud sí se mueve.
Nos harán creer que no es así,
nos harán pensar que no tenemos fuerzas,
pero las hay.



VI Jornadas Educación y Exclusión social + un añadido.

Sí, por eso tardé tanto. He escrito al final poco y muy breve, pero no podía decir nada más.

jueves, 17 de febrero de 2011

Desvaríos incompletos - II

Admiración es la palabra. Por esas personas que siguen y persiguen sus principios. Pero se me ocurren muchas más: respeto, comprensión, locura, estabilidad, orgullo, envidia, sorpresa, conmoción, idealistas, igualdad, derechos, libertad... héroes. Y es que ésas son las auténticas personas que en verdad son héroes.

Estoy tan harta de todas las promesas que se nos intentan vender disfrazadas siempre de buenas intenciones. Pero nunca parece que sean así, y de hecho, sé que no son así. Y es que parece que pertencemos a una comunidad egoísta que sólo se mueve por intereses propios y privados, que abandona sus principios y sus ideales para regirse por el señor caballero Don Dinero. Y es muy gratificante y esperanzador cuando conoces a personas que todavía siguen luchando por lo que creen: la justicia. Y no ésa justicia propagandistia, "libertaria" y perfumada; sino la verdadera Justicia (con mayúscula).
No. En los medios de comunicación no saldrán nunca noticias parecidas porque por interés interés (interés, interés), no les interesa. Pero qué coño, sabemos que tanto vosotros como nuestro gobierno sois unos desgraciados que sólo queréis contar con nosotros para lo que os interesa (interés, interés). Y tanto vosotros, como los que lleguéis, seguiréis siendo esas cucarachas miserables, corruptas y mentirosas que hablarán sobre ese CAMBIO SOCIAL tan deseado y JUSTO. Pero hasta que el bipartidismo no termine, nada será Justicia, y yo no me creeré ninguna de vuestras patrañas.
¿Cómo se concibe que la mano que te tiene que dar apoyo y seguridad, es la misma que te apuñala por la espalda? Son irrealidades del mundo real.
¡Todo mi ánimo a las pequeñas y grandes plataformas que todavía no os habéis corrompido (interés, interés)!



VI Jornadas de Educación y Exclusión social.

miércoles, 16 de febrero de 2011

Desvaríos incompletos - I

He tardado estos días mucho en volver a escribir. He tardado tanto estos días que el simple acto de sostener la pluma entre mis dedos me hacia sufrir. He tardado tanto que la tinta en la que se impreganba la punta de mi pluma era mi propia sangre. Y esa sangre, esa sangre que era mía y que vertía y que llegaba a perforarme cada recoveco de mi cuerpo, no era más que simple sangre humana. No era más que simple sangre humana. Y es que eso somos cuando sólo pensamos en nuestros problemas.

Somos cuerpos iguales, repetitivos, aburridos, humanos absurdos. Pero si alcanzamos a ver más allá de nuestro propio egocentrísmo, lo descubrimos. Descubrimos la sociedad en toda su plenitud. Y es que es verdad que la sociedad corrompe, y es corrompida. Pero también somos quien somos por ella, y lo que es más importante. Seremos lo que queremos ser también por ella. Porque no somos individuales, sino que necesitamos de los demás. Lo de cuidar las cabras en el monte durante ocho años a mi no me sirve. Y no es porque no reclame un nuevo sistema de gobierno, un nuevo sistema económico, un nuevo modelo educativo, o un nuevo pensamiento occidental, ya que el nuestro está completamente deteriorado. ¿Pero tanto asco te da la sociedad, que no eres capaz de ver más allá de sus maldades?
Eres quien eres por ella. No tienes que dejar que te arrastre, pero tampoco debes dejar que te destruya.



VI Jornadas de Educación y Exclusión social.

jueves, 10 de febrero de 2011

Shock reivindicativo

Creo que es importante.
Creo que es importante que en este momento, y con la cantidad de medios que disponemos seamos conscientes de nuestra realidad.
Nuestra realidad no son las películas pastelonas, ir de compras, los partidos de fútbol, las jarras de cerveza. Tampoco los conciertos, los bares, las discotecas, las piscinas. Ir de camping, ir de fiesta, ir a la playa, ir a la montaña. Nuestra realidad no es eso. O al menos, no es lo único.

Nuestra realidad es la información que tenemos a nuestro alcance. Nuestra cultura. Nuestra realidad son nuestras noticias, nuestro momento. AHORA.

No, no creo que se pueda discutir. No puedes mirar para otro lado y pensar, que esto es lo que te toca vivir y que otros se preocupen. ¿Qué otros? ¡Así es como ha empezado todo!
Me río en la cara de aquellas personas que dicen QUE AMAN ESPAÑA cuando no tienen ni idea de lo que está pasando en nuestro país. ¿Amar el qué? ¿El fútbol? ¿Las discotecas? ¿Las playas? ¿El tiempo? Todo fantástico...
Pero a ver quien trabaja luego de eso. ¿Quién va a trabajar?



Firmado: hoy voy con prisas, y estoy un poco alterada. Firmo como una estudiante enfadada con el mundo, pero no enfadada que intenta taparse los ojos, sino tenerlos muy abiertos. ¿Juventud conformista? ¡Así es como quieren que seamos!


martes, 8 de febrero de 2011

Más de lo que parece

¿Cómo no voy a confiar en el ser humano?

¡Maravíllémonos de lo constante! ¡Sorprendámonos de la obviedad!



lunes, 7 de febrero de 2011

Mis cosas








Me gustan las fotografías en blanco y negro.
Me gusta la música, me gusta mucho el cello. Me gusta ir a conciertos y me gusta cerrar los ojos cuando escucho. Pero también me gusta la música que es animada, que te incita a bailar, y en especial los grupos que tengan además de los instrumentos habituales, el trombón y la trompeta.
Me gustan los músicos.
Me gusta la vida de los músicos, de los poetas, de los escritores, de los artistas...
Me gusta la lluvia, la niebla y los días soleados. Pero no me gustan en general, sino los pequeños detalles. Me gustan las primeras gotas de la lluvia, cuando va a comenzar. Me gusta el sol que aparece después de llover. Me gustan esos atardeceres tan potentes que te hacen cerrar los ojos. Me gusta la niebla cuando la veo desde las alturas o cuando estoy cerca de alguna farola.
No me gusta el viento.
Me gusta el café.
Me gusta estar sola, pero solo cuando quiero.
Me gustan los niños. Me gustan mucho sus sonrisas.
Me gustan las sonrisas.
Me gusta mirar fijamente a los ojos.
Me gusta leer, y me gusta comentar los libros. Me gusta buscar el sentido escondido de las palabras. Lo que no se llega a ver en la superficie.
Me gusta que me abracen, pero no me gusta que lo hagan en público. Cuando más me gusta es en la cama, cuando se está tumbado.
También me gusta mucho abrazar.
Me gusta el olor a madera.
Me gustan las cucharadas de nocilla.
Adoro el maiz. Abrir la lata y comérmelo a cucharadas.
Me gustan las magdalenas.
Me gustan los ambientadores que no son muy fuertes.
Me gusta la poesía y mejor si es recitada, y mucho mejor si es bien recitada.
Me gusta lo improvisado.
Me gusta que me den sorpresas, me gusta sorprenderme con los pequeños detalles.
Me gusta el teatro de calle.
Me gusta ver películas por las noches con la luz apagada.
Me gusta escuchar.
Me gustan los escalofríos.
Me gusta conocer algo nuevo.
Me gusta conocer algo nuevo de una persona.
No me gustan las personas que se creen intelectuales y no reconocen el mérito de otras personas. Ya sólo por ese hecho me parecen estúpidas, porque se desentienden de lo que es ajeno y no quieren aprender de los demás. Cuánto más sabe uno, más sabe que no sabe nada.
No me gusta que me definan.
Me gusta estar tumbada sin llegar a dormirme.
Me gustan los collares.
Me gustan los pañuelos.
Me gusta el color verde.
Me gustan las camisetas de manga tres cuartos.
Me gustan los cuadros de mi hermana.
Me gusta todo lo que hace mi hermana.
Me gusta el aire, no el viento. Me gusta pensar que el aire es distinto en cada parte por las personas que viven en ese sitio. Me gusta ese ambiente. Me gusta lo nuevo.
Si me pilla la lluvia, en vez de quedarme quieta al resguardo, me gusta correr para no mojarme.
Sí, también me gusta besar. Besar me gusta mucho.
Me gustan las relaciones complicadas.
Me gustaría estar sin estar con una persona.
Me gusta que me digan que soy muy directa con los hombres. Porque sí, lo soy. Pero no soy directa porque quiera ir rápido, porque también soy muy desconfiada.
Me gusta esperar en las estaciones.
Me gustaría esperar en alguna estación contigo. Eso es que nos iríamos o volveríamos de un viaje.
Me gustan los viajes.
Me gustan las personas que viajan y no presumen de ello. Y me gusta que esas personas que viajan y no presumen me cuenten su experiencia. Me gusta escuchar.
Me gusta la subjetividad.
Me gusta el ser humano, con todo lo que ello implica.
Me gusta el vino cuando es para dos. Y me gusta todavía más si la otra persona es un hombre.
Me gustan ir de tapas.
Me gustan esas personas que me hacen pensar en aquellas cosas en las que nunca pensaría.
Me gusta mirarme en el espejo.
Me gustan mis cicatrices.
Es verdad, me gustan los hombres.
Me gusta su espalda.
No me gusta que me cojan de la mano.
Me gusta tocar sus manos.
Me gusta el olor de los libros.
Me gusta volver a casa y que no haya nadie.
Me gusta la clasificación y la organización, aunque luego muchas veces no la cumpla y sea un desorden dentro del orden.
Me gusta guardar cosas. Me gusta guardar lo que escribo. Me gusta guardar lo que me gusta. Y sé que me gusta todo esto porque tengo un profundo miedo al olvido.
Me gustan las sensaciones. Me gusta pensar en ellas. Me gusta pensar en la infinidad de las cosas y en lo diferentes que somos en cuanto a nosotros como seres humanos y en cuanto a la apreciación que tenemos del exterior.
Me gusta escribir mis sensaciones y odio cuando no puedo expresarme. Me odio a mi misma entonces.
Me gusta que me digan que les gusta lo que escribo, pero sin exagerar porque soy bastante susceptible y me sentiría violenta.
No me gusta la obviedad. ¿Por qué no me puedo maravillar? ¿Por qué no puedo perseguir algo distinto?
Me gusta la cultura y me gusta estar informada de todo lo relacionado con ella.
Me gusta el humo del cigarro cuando lo fuma sólo una persona. No fumo y no creo que fume en un futuro, pero el humo del cigarro de una sola persona me gusta. Y más si el tabaco es Manitú. Y más si quién fuma es un hombre.
Me gusta mucho mirar por la ventana. Creo que las ventanas son la única diferencia que nos separa del interior del exterior. Quiero decir, en un cuarto, en un comedor, en una cocina, en una sala de estar, en un hospital, en la universidad, en una cafetería, en la estación, en un coche... todo son medios físicos que en el momento que entras dentro te encierran. Al mirar por la ventana siento que nunca estoy encerrada, que siempre podré salir y sentir el viento moviendo las hojas, el caminar de las personas, necesidades cotidianas. La vida en sí misma no creo que sea para uno mismo, sino con las personas.




RE: persépolis.
http://buscandokamchatka.blogspot.com/2011/01/mis-cosas.html




¿y cuáles son tus cosas?

lunes, 31 de enero de 2011

Para no olvidar

Hoy me ha contado un amigo:
"Las cosas en sí mismas no valen nada, su valor depende del que queramos darle"

Y tiene razón.




En general estos días estan siendo malas fechas, y tengo que evitar que verdades tan ineludibles como ésta se me olviden.

viernes, 28 de enero de 2011

Utópico cambio

¿Cómo no voy a ser soñadora?
¿Cómo no voy a pensar más allá de lo establecido, de lo políticamente correcto?

Es verdad, la mayoría de las cosas que nos rodean escapan a nuestra comprensión y a nuestra acción. La mayoría de las cosas las vemos alejadas y tristemente distintas a nosotros mismos. Pero no es así, nunca es así, y llegará un momento que nos daremos cuenta.

Siempre lo digo, no creo en nada, y no me averguenzo, ni me entristezco por ello. No necesito creer en algo que para mí no tiene forma, no es terrenal y no pertenece a este mundo. Porque yo creo en algo que sí que es verdadero. Creo en el ser humano. En el ser humano en toda su concepción, su definición, su idea, su momento. Creo que en su virtud y en su maldad. Creo en su progreso y en su destrucción. Creo en la intelectualidad, en el arte, en la belleza y en lo grotesco. Creo en la subjetividad y en la objetividad, humanas las dos... Creo en la imaginación, creo en el cambio.
Creo que somos maravillosos y catastróficamente horribles. Creo que el ser humano es el ser más perfecto e imperfecto. Creo en las contradicciones poéticas, las adoro.
Pero por encima de todo creo en la conciencia moral y en la empatía. Si esos factores fueran más determinantes, creo que las cosas serían distintas. No necesito ningún dios teniendo todo lo que me rodea. Creo en nuestro cambio y en nuestra comprensión, verdad ínfima de todas las cosas.
Creo en ti que quieres cambiar. Porque creo que para llegar a querer el cambio es porque te has comprendido a ti mismo como ser humano.
Creo en el cambio, en nuestro cambio.
Y eso sí que puede ser una utopía.



jueves, 27 de enero de 2011

Poco y deprimente

Sacrificio nos piden. Trabajo diario, esfuerzo, hábito de estudio.
Nosotros esperamos. Sobresalientes, recompensa, premios.

¿Y no hay nada más? ¿ya está?

Quiero decir, ¿a nadie se le ha ocurrido alguna cosa diferente? ¿Acaso nadie se fija en su propio desarrollo como persona? ¿Acaso nadie tiene en cuenta la intelectualidad? ¿Acaso nadie tiene en cuenta la percepción? ¿Acaso nadie tiene en cuenta el compromiso social?




Poco más que decir en este día: primer exámen, primer suspenso.
Bolonia, ¡has ganado una batalla pero no la guerra! ¡No sabes con quién te estás enfrentando!

lunes, 24 de enero de 2011

Compañía individual

Nosotros, seres humanos, animales sociales, necesitamos de los demás para poder vivir. Y lo digo no sólo porque tengamos miedo a estar solos, sino porque es casi tan necesario como respirar.
Sí, creo que nosotros humanos tenemos miedo a quedarnos solos, porque es el momento en el que de verdad nos escucharemos. Y a veces, nuestros pensamientos pueden ser tan tenebrosos y malignos que nos asustamos, porque nos han educado con una moral y una ética que es incapaz de controlar esos impulsos....
Quiero decir, nosotros, seres humanos, somos malvados. Somos malvados por naturaleza. Pero cuando digo malvados tan solo me refiero a egoístas. El resto de valores como son la dignidad, el respeto, el cuidado, el trabajo, el sacrificio, la ayuda..... son valores que hemos aprendido y que nos han enseñado para preservarlos, pero no son los valores "naturales" del ser humano.
Pensando en mí, poniéndome como el único ejemplo válido que puedo ofrecer porque de hecho mis pensamientos así de cercanos son los únicos que puedo verificar -luego ya está el tema de que podría estar loca... pero eso lo dejaremos para otro día y aceptaremos al menos para este escrito mi supuesta cordura-. Mis únicos objetivos, mis únicas metas a perseguir es el deseo de aprender. Pero para aprender, necesito de los demás. Pero los demás, nunca se van a dar a una persona que sea egoísta y malvada ("mala persona" se llamaría) porque de eso ya hay muchas incluídas ellas mismas. Entonces, es necesario eliminar de alguna forma la parte más humana de nuestro cuerpo para desarrollar una especie de inteligencia que permita las relaciones interpersonales. Es decir, la comunicación entre unos y otros seres humanos. De allí que entre nosotros nos necesitemos, porque sino, hubiera sido imposible conseguir nada de lo que ya se ha conseguido. Y ya mismo, la comunicación hubiera dejado de existir, y seríamos seres humanos individuales catetos, egocéntricos en miles de millones de universos. Un caos.
El único problema que se me plantea a la cuestión de la "mentira" acerca de nuestra verdadera personalidad, es que muchas veces se nos olvide nuestro verdadero YO. Vuelvo a la idea de que nosotros mismos sabemos como somos, y al ser egoístas y esconderlo a los demás para poder establecer un contacto digno con ellos, que no se nos olvide que tan sólo es algo superficial y que en realidad nosotros mismos somos mucho más. No podemos apartar los pensamientos carnales, más humanos, siempre. Si los apartamos es para conseguir una mayor apreciación de la realidad. Pero luego, nuestra propia realidad, ésa que tan sólo está dentro de nosotros mismos y que tan sólo podemos ver con nuestros ojos, debemos volver a ese estado para intentar mejorar. NO podemos "mentir" siempre. Se debe mentir, pero con el pretexto de rectificar como persona, no con la intención de permanecer para siempre en ese mundo aparte, alejado de la verdadera realidad de la personalidad de uno mismo. Porque al fin y al cabo, nuestros pensamientos, nuestro conocimiento, nuestras reflexiones, es lo único que nos quedará finalmente.
Uno tiene que ser uno mismo, pero en el sentido más profundo de la palabra.
Uno mismo.


sábado, 22 de enero de 2011

Se perdió Madrid

Pensé que se me hacía tarde y que no podría encontrame en medio de esa ciudad.
Pensé que se me hacia tarde y que no podría encontrarme cuando volviera aquí.

Ver de igual manera, son nuestros mismos ojos, un mismo ver, pero cambian los sentidos.
si, no, no me lo explico.
Se me perdieron aquellas sensaciones, se perdieron aquellas casas, aquellos balcones. Se ha perdido el aire, la plaza, la fuente. Se perdieron las tiendas, los vagabundos, los transeuntes dormidos, ciegos.... no ven. Se perdió el Retiro, el lago, las barcas...
perdí el paso, la flor, la arena, el te quiero
perdí la entrada, el sol, el viento, el cansancio, el empedrado, Guernica.
Te he perdido Maria. Te he perdido Juan.
Barba, sonrisa, rizo, bufanda, éxito, amor, ojos, café, distancia, Santander, Huesca, habitación, nueva compañera, calamares, visita.

Un nuevo viaje a Madrid cuanto antes,
No quiero seguir perdiendo. Necesito desesperadamente agarrarme a cada segundo.

viernes, 21 de enero de 2011

Reclamo

Los momentos cada vez van cambiando. En realidad todos vamos cambiando. Nuestro último fin es cambiar, al menos el que yo espero. Pero como opino, ya no cambiar sin olvidar quiénes somos, lo que hemos aprendido, y en especial importancia, lo que podemos aprender de los demás.
Si, son cuestiones que siempre planteo, pero que no creo que se deban de olvidar.
Sí, nuevo método de aprendizaje:
veamos:

Ya no deberían de considerarse tanto los logros y los fracasos, sino como etapas transitorias del aprendizaje. Porque los logros y los fracasos son fases instantáneas que en un momento determinado desaparecerán. Si consigues una victoria, nunca puedes continuar viviendo siempre de ella. Si tienes un error, no puedes evitar hundirte y deprimirte porque nunca conseguirás nada nuevo.
Cuesta, pero es verdad, reclamo una eduación por un aprendizaje. Reclamo el aprender por el deseo de aprender. El aprender por el deseo de conocernos más unos a otros. El aprender por el deseo de llegar a comprender. Y es que en realidad muchas veces no nos paramos a pensar en nuestro alrededor, y lo que es todavía mucho peor... no nos paramos a pensar en nosotros mismos. Cuando tenemos tantas cosas que hablar........ y que sentir.

Reclamo tantas cosas y es tan tarde, que no consigo ordenar mis pensamientos. Ya me perdonaréis. Como suelo decir mucho, poco a poco.

jueves, 20 de enero de 2011

Sí, podemos intentarlo

Podemos intentar creer más allá de los que se nos dice. Muchos nos diran que estamos locos, o no los dirán por muchos motivos. Y muchos no harán falta que se lo digan, porque ellos mismos lo saben... Pero creo que la locura a veces es necesaria. Si, por qué no.
Si lo pensamos bien, cuando pretendemos evadirnos , recurrimos a nuestro "ocio" personal, aquello que de alguna manera nos relaja, o quizá nos pueda inspirar para crear grandes obras... En realidad no lo sé. Puede que todos seamos artistas ocultos con miedo a abrirnos a una sociedad adocenada y adormecida. Ya no con respecto al presente, sino con respecto al pasado y al futuro. Puede ser.
Pero también pueden ser tantas cosas. El ser humano es tan relativo. Muchos se habrán parado a pensarlo, ¿pero cuántos se habrán parado a pensar lo que otros decían? Para mí eso es el aprendizaje. La comprensión última y crítica que puedas llegar a pensar tú en algún momento determinado después de analizar el estudio de anteriores personas que al igual como tú se habían planteado ese problema.
Tantas cosas que hacer, tantas cosas que cambiar...
pero no se ha de olvidar, que antes se ha de empezar por uno mismo.
Tengo que aplicarme el cuento siempre, día a día. Y por eso he decidido llevar el Blog al día, aunque sé que nunca conseguiré que aflore y brote de él alguna maravilla. Pero me conformo con que me sirva para poder ordenar mis pensamientos, que están -y aquí mismo dejo la prueba- muy confusos. ¿Lo conseguiré?
No confies en mí, internauta. Te decepcionaré a ti también virtualmente. Pero aún así, me lanzo a la aventura.