-Que.
-Me gustaría que me contases qué es la amistad.
-¿Cómo?
-¿Qué significa para ti?
-¿Y esa pregunta?
-He estado pensando.
-¿Y por qué?
-No sé, he pensado, sin más. No lo he decidido.
-¿Te ha pasado algo?
-No, que va.
-Algo te ha tenido que pasar para que pienses eso. ¿Has discutido con Carlota?
-No.
-¿Qué te pasa?
-Nada.
-No te entiendo.
-¿Acaso necesito que me pase algo para que pueda pensar?
-No, no es necesario. Pero me extraña que lo hagas.
-¿Que piense?
-Que pienses así y ahora.
-¿Ahora? ¿En qué momento?
-En este.
-¿Y por qué?
-Porque no estamos como para pensar en tonterías.
-¿Tonterías?
-Ya me entiendes joder.
-No, no te entiendo. ¿Así que lo que tú piensas es importante y lo que yo pienso no lo es?
-No, no es eso.
-Entonces explícamelo de nuevo porque debes de ser demasiado listo para mi porque no te entiendo.
-No te pongas así.
-No me estoy poniendo de ninguna manera.
-Eres una infantil.
-¿Infantil? Vete a tomar por culo.
-Venga...
-Pero, ¿de qué me vas?
-¿Qué?
-Últimamente no haces otra cosa que meterte conmigo. Que decirme lo que tengo que hacer, lo que no. Lo que hago bien, y lo que hago mal. Estoy harta. ¿Por qué no te preocupas por ti mismo?
-Porque no soy tan egoísta como tú.
-¿Que yo soy egoísta?
-No haces otra cosa que pensar en ti, pensando en gilipolleces cuando tendríamos que estar centrados y luchando juntos. Nos están dando de hostias por todas partes y tú sigues en Babia. Con pájaros en la cabeza, que así es como eres. Todavía una niña.
-¿Y por qué? ¿Porque todavía me permito el lujo de tener algunos momentos exclusivos para mi? Lo que te pasa es que tienes envidia...
-¿Qué te tengo envidia?
-Envidia porque todavía puedo pensar por mi misma, y no como tú que estás alienado y manipulado.
-Eres una desgraciada. No te tengo ninguna envidia. De hecho, me das hasta pena.
-¿Y eso por qué?
-Porque eres una infeliz. No haces otra cosa que quejarte, que pensar en lo que no tendrías, que desaprovechar las oportunidades que te brindan. No haces otra cosa que equivocarte, y nunca reaccionas. Vas a tu puta bola.
-Puede que sea una infeliz, pero prefiero ser una infeliz que un feliz ignorante como lo eres tú. Porque sé muy bien quién soy. Sé el daño que he hecho, el daño que hago y el que puedo hacer. Soy consciente de todos mis errores, y si me sigo equivocando es porque sigo siendo humana. Y prefiero ser como soy, que hacer como tú, y con tu vida, que no haces otra cosa que dejar que los demás te amolden y tú te dejas amueblar por comodidad.
-Ojo con lo que dices Cristina.
-No digo más que la verdad. No voy a mi puta bola porque siempre intento aprender de los demás. Quería saber qué era lo que pensabas sobre la amistad y quería escucharte. Y tú me has ignorado y has presupuesto que lo que tú pensabas era más importante. Pues bien. Quédate con tu mierda, con tu universo amueblado y estático, que yo me buscaré las inquietudes por otra parte y las respuestas en otro lugar.
Manuela, me asustaste con el título "y me fui", pensé que te ibas de nuevo.
ResponderEliminarDespués has compensado el susto con la entrada, genial.
Hola Manuela,
ResponderEliminarPasé a saludar y ante lo leído sólo se me ocurre un lema que se cita mucho en mi país "lo que no sirve que no estorbe y a otra cosa mariposa"
Un abrazote