Me gustan las fotografías en blanco y negro.
Me gusta la música, me gusta mucho el cello. Me gusta ir a conciertos y me gusta cerrar los ojos cuando escucho. Pero también me gusta la música que es animada, que te incita a bailar, y en especial los grupos que tengan además de los instrumentos habituales, el trombón y la trompeta.
Me gustan los músicos.
Me gusta la vida de los músicos, de los poetas, de los escritores, de los artistas...
Me gusta la lluvia, la niebla y los días soleados. Pero no me gustan en general, sino los pequeños detalles. Me gustan las primeras gotas de la lluvia, cuando va a comenzar. Me gusta el sol que aparece después de llover. Me gustan esos atardeceres tan potentes que te hacen cerrar los ojos. Me gusta la niebla cuando la veo desde las alturas o cuando estoy cerca de alguna farola.
No me gusta el viento.
Me gusta el café.
Me gusta estar sola, pero solo cuando quiero.
Me gustan los niños. Me gustan mucho sus sonrisas.
Me gustan las sonrisas.
Me gusta mirar fijamente a los ojos.
Me gusta leer, y me gusta comentar los libros. Me gusta buscar el sentido escondido de las palabras. Lo que no se llega a ver en la superficie.
Me gusta que me abracen, pero no me gusta que lo hagan en público. Cuando más me gusta es en la cama, cuando se está tumbado.
También me gusta mucho abrazar.
Me gusta el olor a madera.
Me gustan las cucharadas de nocilla.
Adoro el maiz. Abrir la lata y comérmelo a cucharadas.
Me gustan las magdalenas.
Me gustan los ambientadores que no son muy fuertes.
Me gusta la poesía y mejor si es recitada, y mucho mejor si es bien recitada.
Me gusta lo improvisado.
Me gusta que me den sorpresas, me gusta sorprenderme con los pequeños detalles.
Me gusta el teatro de calle.
Me gusta ver películas por las noches con la luz apagada.
Me gusta escuchar.
Me gustan los escalofríos.
Me gusta conocer algo nuevo.
Me gusta conocer algo nuevo de una persona.
No me gustan las personas que se creen intelectuales y no reconocen el mérito de otras personas. Ya sólo por ese hecho me parecen estúpidas, porque se desentienden de lo que es ajeno y no quieren aprender de los demás. Cuánto más sabe uno, más sabe que no sabe nada.
No me gusta que me definan.
Me gusta estar tumbada sin llegar a dormirme.
Me gustan los collares.
Me gustan los pañuelos.
Me gusta el color verde.
Me gustan las camisetas de manga tres cuartos.
Me gustan los cuadros de mi hermana.
Me gusta todo lo que hace mi hermana.
Me gusta el aire, no el viento. Me gusta pensar que el aire es distinto en cada parte por las personas que viven en ese sitio. Me gusta ese ambiente. Me gusta lo nuevo.
Si me pilla la lluvia, en vez de quedarme quieta al resguardo, me gusta correr para no mojarme.
Sí, también me gusta besar. Besar me gusta mucho.
Me gustan las relaciones complicadas.
Me gustaría estar sin estar con una persona.
Me gusta que me digan que soy muy directa con los hombres. Porque sí, lo soy. Pero no soy directa porque quiera ir rápido, porque también soy muy desconfiada.
Me gusta esperar en las estaciones.
Me gustaría esperar en alguna estación contigo. Eso es que nos iríamos o volveríamos de un viaje.
Me gustan los viajes.
Me gustan las personas que viajan y no presumen de ello. Y me gusta que esas personas que viajan y no presumen me cuenten su experiencia. Me gusta escuchar.
Me gusta la subjetividad.
Me gusta el ser humano, con todo lo que ello implica.
Me gusta el vino cuando es para dos. Y me gusta todavía más si la otra persona es un hombre.
Me gustan ir de tapas.
Me gustan esas personas que me hacen pensar en aquellas cosas en las que nunca pensaría.
Me gusta mirarme en el espejo.
Me gustan mis cicatrices.
Es verdad, me gustan los hombres.
Me gusta su espalda.
No me gusta que me cojan de la mano.
Me gusta tocar sus manos.
Me gusta el olor de los libros.
Me gusta volver a casa y que no haya nadie.
Me gusta la clasificación y la organización, aunque luego muchas veces no la cumpla y sea un desorden dentro del orden.
Me gusta guardar cosas. Me gusta guardar lo que escribo. Me gusta guardar lo que me gusta. Y sé que me gusta todo esto porque tengo un profundo miedo al olvido.
Me gustan las sensaciones. Me gusta pensar en ellas. Me gusta pensar en la infinidad de las cosas y en lo diferentes que somos en cuanto a nosotros como seres humanos y en cuanto a la apreciación que tenemos del exterior.
Me gusta escribir mis sensaciones y odio cuando no puedo expresarme. Me odio a mi misma entonces.
Me gusta que me digan que les gusta lo que escribo, pero sin exagerar porque soy bastante susceptible y me sentiría violenta.
No me gusta la obviedad. ¿Por qué no me puedo maravillar? ¿Por qué no puedo perseguir algo distinto?
Me gusta la cultura y me gusta estar informada de todo lo relacionado con ella.
Me gusta el humo del cigarro cuando lo fuma sólo una persona. No fumo y no creo que fume en un futuro, pero el humo del cigarro de una sola persona me gusta. Y más si el tabaco es Manitú. Y más si quién fuma es un hombre.
Me gusta mucho mirar por la ventana. Creo que las ventanas son la única diferencia que nos separa del interior del exterior. Quiero decir, en un cuarto, en un comedor, en una cocina, en una sala de estar, en un hospital, en la universidad, en una cafetería, en la estación, en un coche... todo son medios físicos que en el momento que entras dentro te encierran. Al mirar por la ventana siento que nunca estoy encerrada, que siempre podré salir y sentir el viento moviendo las hojas, el caminar de las personas, necesidades cotidianas. La vida en sí misma no creo que sea para uno mismo, sino con las personas.